Comida corrida en tiempos prehispánicos
¿Cómo sabemos lo que comían los mexicas? ¿Cuál era su dieta, cómo y en qué cocinaban, a qué horas se alimentaban? Existen diversas fuentes que nos indican tanto la variedad de alimentos de los pueblos mesoamericanos, como la manera en que los preparaban y consumían. Una de ellas es la Matrícula de Tributos, de origen prehispánico. Más tarde, contamos con los Códices Mendocino y Florentino. Otras más se escribieron a partir del siglo xvi: son los relatos de cronistas e investigadores españoles a quienes les intrigaron los hábitos alimentarios de los nativos americanos. La mayoría de estas obras se enfocan en los hábitos de las clases privilegiadas (nobles, sacerdotes y comerciantes, esencialmente), y dedican poco espacio a la descripción de la dieta de la gente del pueblo.
Los macehuales —así se les llamaba— cocinaban en fogones a nivel del suelo. Éstos se hacían con tres o cuatro piedras, en medio de las cuales encendían fuego. En general, la comida se asaba o se cocía, aunque en algunas fiestas se utilizaban hornos de tierra, y algunos alimentos se consumían crudos. Como métodos de conservación, secaban al Sol, salaban o ahumaban ciertos ingredientes.
Los utensilios más empleados en la cocina eran los comales, cazuelas y ollas de barro; metates y molcajetes; jícaras; jarros y vasos de barro; manojos de varitas o de hoja de maíz, y platos de madera o barro, entre otros.
Para comer se sentaban en bancos de madera, sobre rollos de otate —que es una especie de bambú— o petates. Tomaban la comida con un trozo de tortilla, o utilizaban dos o tres dedos solamente, nunca toda la mano. Acostumbraban lavarse las manos y enjuagarse la boca antes y después de comer.
Por la mañana, bebían una ración de atole. A media tarde, al término de la jornada de trabajo, la comida consistía en tortillas o tamales de maíz, frijoles y chile; en ocasiones incluían algún mamífero pequeño, ranas, insectos o peces, y bebían agua. Llegada la noche consumían una ración de atole y acaso una porción de tortillas, frijoles y chile. Los hombres comían primero, atendidos por las mujeres, quienes debían guardar silencio mientras servían los alimentos. Cuando los varones terminaban de comer, era el turno de las mujeres y los niños. Ellas podían platicar, con excepción de las jóvenes solteras y los pequeños.
Consideraban que comer poco —sólo lo suficiente para el cuerpo— era una buena costumbre.
texto — Cristina H. de Palacio
imágenes — Archivo