Texto: Mauricio Guillén
“Nunca hice moda, la moda me hizo a mi”
En el año 1999, en la cima de su éxito comercial como fotógrafo, Mauricio Guillén abandonó la ahora legendaria agencia de Londres MAP ltd. (Julie Brown / David Sims) y con ella toda actividad comercial para concentrarse en su trabajo personal. Pocas semanas antes, la creativa Ronnie Cooke Newhouse, fuerza importante detrás del trabajo de Guillén en esa época, lo comisionó para hacer una última sesión de fotos de moda para el primer número de la revista Vogue Nippon. Las fotografías se enfocarían en Comme S/S’99, la controversial colección de Comme des Garçons, y serían directamente dirigidas por Rei Kawakubo, quien daba instrucciones a través del celular Nokia 2110 de Ronnie Cooke. Una de las dos modelos seleccionadas por Kawakubo se enfermó y canceló de último minuto, y aunque se procuró un reemplazo, la historia nunca fue publicada, y ve por primera vez la luz en estas páginas.
Postscript
Reconsiderando estas imágenes 19 años después, entiendo cómo la fotografía, el producto de una Francia posrevolucionaria en proceso de democratización, no puede aspirar a un principio más noble que ser el documento social de la época que la produce. Al decidir cambiar el enfoque comercial, ingresé al departamento de Fotografía del Royal Collegue of Art en Londres buscando nociones de pureza y coherencia política en mi producción artística. Más allá de encontrar un estilo propio o maestría técnica (algo con lo que ya contaba), buscaba entender el papel que la fotografía jugaba en la construcción de la realidad y la implementación de ideologías dominantes. Hoy pienso que es un error limitar este medio a un único uso, sea éste de índole artístico o comercial, pues ambos cuentan con su propia relevancia histórica y política.
El cantante, autor, compositor y filósofo John Maus comparte inquietudes similares en una reciente entrevista en relación con su trabajo.
“Siempre huelo mala voluntad en las personas involucradas en el arte contemporáneo, porque me parece que moviliza una especie de economía de distinción o sofisticación que no tiene nada que ver con un lenguaje vivo” (...) “La estructura dominante actual es el capitalismo global, por lo que la música toma una cualidad de comodidad que responde a eso y a eso solamente. Si queremos entrar en conversación con esas producciones, debemos hacerlo desde nuestro momento histórico objetivo usando lo vernáculo que, por lo que a mí corresponde, es la música pop.”
En lo que a mí corresponde y como es constantemente traducido por Kawakubo en su trabajo, considero que lo vernacular, al incorporar idiosincrasias de lo folclórico y la cultura popular, tiene la capacidad de convertirse, con el paso del tiempo, exento de toda pretensión artística, en los más valiosos y relevantes documentos sociales producibles, reproducibles y diseminables.