La fábrica del arte

Texto: Fabien Cappelo

Me acuerdo de cuando conocí a José Noé, dentro de su espaciosa y bien iluminada oficina. Se encontraba al final de un laberinto de pasillos, cuartos llenos de cerámica y corredores anchos al estilo de una bodega, repletos de pilas de moldes y piezas de cerámica sin esmalte. Lo visitaba en el año 2016 en la antigua fábrica de su empresa familiar, Noé Suro Cerámica, en Tlaquepaque.

Las fábricas de cerámica abundan en Tlaquepaque, pero comprendí rápidamente que ésta era especial. Todavía puedo ver aquel caos tan hermoso que existía dentro de un edificio revestido de hojas de metal corrugado. Lo que más me impactó fue la coexistencia entre las piezas tradicionales, cuidadosamente pintadas a mano por artesanos hábiles, y las obras enormes de escultura que esperaban para ser empacadas y enviadas junto con algunos prototipos profesionales de la cerámica industrial. Todo aquello coexistía con una visión natural y con la sensación de calidad. De hecho, además de fabricar vajillas, accesorios de baño y otros materiales arquitectónicos, la fábrica se ha vuelto ahora experta en producir obras especiales en cerámica para artistas. Estas colaboraciones han convertido a la fábrica en un lugar de renombre para la producción dentro del mundo del arte.

Había clásicos del diseño en su oficina, y parecía que José Noé sabía de lo que estaba hablando cuando de arte, diseño y técnicas de cerámica se trataba. El lugar era especial y recuerdo que se me ocurrió que aquel hombre tras un gran escritorio esmaltado también debía serlo.

Desde entonces, José Noé ha trasladado su empresa de su ubicación histórica a un nuevo edificio espacioso, lleno de luz natural, dedicado a exhibir arte contemporáneo a lo largo de dos arcos paralelos con un patio verde al centro. Ahora imaginemos que este edificio contemporáneo también acomoda decenas de artesanos talentosos, varios hornos, algunas cámaras de esmalte en espray, un lugar de trabajo para verter la cerámica líquida, algunas máquinas impresionantes de moldes a alta presión, un área de empaque y cientos de estantes llenos de las piezas de cerámica más fina, siendo trasladadas de un área a otra. El caos hermoso que habían dejado años de producción dentro de la vieja fábrica no alcanzó a llegar a este edificio, donde el equipo y la organización reflejan la claridad del proceso de la cerámica y la producción de la fábrica. El edificio también alberga un estudio de diseño, talleres para artistas en residencia y oficinas, que dentro de los próximos meses estarán completamente equipados.

Casi nunca se puede ver el lugar en donde se hacen las cosas. Las fábricas son difíciles de describir y duros de imaginar. José Noé creó este ambiente especial para acoger a la gente que trabaja para él, sus colaboradores, y también las cosas que ellos crean. Agregó las piezas hechas por los artistas y los diseñadores con quienes trabaja y a quienes admira, y el resultado es fascinante. Creo que todas las fábricas lo son, pero ésta es diferente.

Fabien Cappello: Sé que tu padre inauguró la fábrica en los años cincuenta, ¿por qué elegiste encargarte de la empresa de la familia? ¿Tenías una pasión por la cerámica?

José Noé Suro: Mi padre abrió las puertas de la fábrica en 1951. Cuando era niño, siempre pasaba las horas en la fábrica, incluso trabajaba allí después de la escuela y durante las vacaciones. Y aunque admiraba el trabajo que hacía allí mi padre, no pensaba que yo iba a encargarme del negocio familiar. Seguía estudiando derecho; sin embargo, la realidad profesional me disuadió pronto. Hasta entonces fue que decidí trabajar con mi padre. Desde muy temprano, tenía una pasión por las bellas artes; mi hermano era artista, y juntos comenzamos a invitar a otros artistas y amigos para que trabajaran en el taller. Los artistas que laboraban allí lograban que la fábrica fuera realmente muy interesante para mí.

Fue entonces que decidí retomar el esfuerzo que mi padre había realizado a lo largo de treinta años.

FC: ¿Cómo llegaste de la fábrica de Tlaquepaque, que producía objetos bastante tradicionales, a este proyecto tan especial que es Cerámica Suro hoy día?

JNS: Creo que la fábrica siempre ha sido diferente. Desde que comenzamos, nunca nos habíamos especializado en una sola técnica, material o tipo de decoración. Mi padre era un visionario. Siempre había concentrado su esfuerzo y trabajo en el diseño de las piezas, y siempre encontraba una técnica para desarrollar el producto adecuado. Eso era muy adelantado para su época, pensar así. Entonces nosotros continuamos su visión, diversificándola aún más con la adquisición de nuevos hornos y máquinas. Eso nos permite hoy día hacer básicamente cualquier tipo de cerámica. Cuando empecé a invitar a mis amigos artistas a producir piezas con nosotros, extendía aún más los límites de nuestra producción.

FC: Estoy muy interesado en tus colaboraciones con artistas, no solamente por el valor estético, sino porque realmente se tratan de la producción. ¿Puedes contarnos cómo empezaron y por qué? 

JNS: Para serte honesto, la colaboración con artistas es lo que más me fascina del trabajo que hacemos en la fábrica. Es una experiencia maravillosa trabajar con ellos. Nos han ayudado a aprender y comprender este material, porque los artistas piensan de manera poco convencional. Originalmente, invitábamos a los artistas a trabajar con la cerámica porque ha sido nuestra especialidad durante años. Sin embargo, pronto sentíamos la necesidad de utilizar otros materiales dado que la mayor parte de los artistas llegaban con proyectos e ideas que requerían otras técnicas también. Esta región del país es reconocida por la profusión de artesanos y por disponer de una fuerza laboral altamente especializada, así que aquí puedes producir básicamente lo que sea. Sorprendentemente, muchos artesanos luchan porque sus artesanías no se distribuyen adecuadamente, o porque algunas de las técnicas tradicionales son demasiado caras para el mercado de hoy día. Lo que he intentado crear es la infraestructura para que esos artesanos puedan trabajar para nosotros en la fábrica. Nos hemos mudado a una nueva ubicación; sin embargo, el siguiente paso consiste en reformar nuestra fábrica histórica para crear un centro de producción que abarca el vidrio soplado y la fundición del bronce; contrataremos a madereros calificados, pero también trabajaremos con fibra de vidrio y metal. Siempre hemos colaborado con estos artesanos para nuestros proyectos. Lo nuevo es que tendremos a todos estos procesos bajo el mismo techo. También albergaremos talleres para poder invitar a los artistas y a los diseñadores para que vengan a producir y experimentar con el rango completo de los procesos.

FC: Siempre veo este lugar como una fábrica de sueños. Hay un extraño conjunto de objetos que se producen en grandes cantidades: - dispensadores de jabón, platos de servicio o tazas de café para los hoteles, los restaurantes y otras empresas dedicadas de la hospitalidad - además de piezas únicas: esculturas de caballos a gran escala, o vasos tallados a mano conmovedores que se realizan para exhibirse en galerías de arte alrededor del mundo. ¿Cómo afecta un lado de tus actividades al otro? ¿Aprendieron tú o tus empleados algo de fabricar tipos de obra tan distintos?

JNS: Me gusta la manera en que ves la fábrica; representa lo que hemos intentado lograr. Queremos proponer un ambiente creativo en donde los artistas pueden experimentar. Estamos comprometidos con el desarrollo de sus visiones individuales y sus experimentos. La cerámica es realmente un tema técnico y, muchas veces, nos da grandes sorpresas cuando intentamos cosas que no creíamos que fueran posibles. La colaboración nos obliga a reconsiderar nuestro conocimiento. No tenemos miedo de hacer experimentos. Creo que es importante que un artista puede llegar y trabajar dentro de un proceso tan racional. Normalmente producimos vajillas para hoteles y restaurantes, materiales para proyectos arquitectónicos, y nuestras colaboraciones con los artistas han dado a todos los que trabajamos en la fábrica una manera más creativa y no tradicional de pensar y resolver los problemas. Todos nos hemos beneficiado con ello.

FC: Me han contado que tenías un foro o bar muy padre de música electrónica en Guadalajara a principios de siglo. ¿Cómo conectas los distintos proyectos en los que trabajas? 

JNS: Junto con dos amigos, Patrick Charpenel y Ernesto Morales, fundamos un bar llamado Bar Américas. Al principio, la idea era crear un pequeño bar para que pudiéramos organizar reuniones con nuestros amigos. El bar estaba en el sótano de un edificio abandonado en Guadalajara. Y lo que hicimos fue involucrar a nuestros amigos artistas en el diseño y el concepto general del bar desde el comienzo. Había un mural de Lliam Gillick, muebles de Atelier Van Lieshout y Liz Craft, alguna intervención de Jorge Pardo, para citar algunos ejemplos...

Amo Guadalajara y siempre he querido hacer proyectos para esta ciudad. Siempre he procurado formar parte de proyectos que no se tratan de la fábrica nada más, sino que se relacionan también con mis otros intereses. He participado en algunos proyectos de restaurante con chefs reconocidos, y en un proyecto de galería de arte llamado Travesía Cuatro. Es importante tener este tipo de empresa que genera atractivos para la ciudad y diversifica su vida cultural.

FC: Recuerdo que cuando nos conocimos tenías un juego de sillones Shoemaker en tu oficina. Eres coleccionista de arte pero me gustaría saber si también coleccionas diseño.

JNS: No me considero coleccionista de diseño. Tengo una pasión y una fascinación por el diseño. He comprado algunas piezas interesantes, pero es solo para poder vivir con ellas. Sigo el diseño contemporáneo pero también admiro la obra de diseñadores más coleccionables como Jean Prouvé o Shoemaker. ¡Probablemente sea un mal hábito de coleccionista! En realidad, mi enfoque consiste en coleccionar arte, y he desarrollado una apreciación por la belleza, por objetos que desnudan rastros de calidad en su concepción y producción. Así que para mí el tema del diseño tiene que ver con ampliar este interés en la belleza y la calidad hasta mi ambiente cotidiano, a las cosas que están alrededor de mí.

FC: Muy pronto corremos el riesgo de vivir en un mundo donde casi todos los productos del hogar provienen de IKEA o lugares parecidos, que son producidos masivamente en una fábrica sin alma... ¿Tienes alguna idea de cómo podría México evitar ese destino? En Europa se están cerrando las fábricas de vidrio y de cerámica debido a la nueva economía abierta. Lo que queda en Europa es producir solo artesanías de lujo para gente con mucho poder adquisitivo. ¿Qué podríamos aprender de este modelo, para evitar reproducir la misma situación en México? 

JNS: Sí, la producción masiva ha acabado con un gran sector de la fabricación de cerámica. Hace tres décadas la cerámica era considerada aún una inversión para una familia. La vajilla que compraban crecía con el tiempo, y también duraría para siempre. Tenía valor. Las generaciones más jóvenes van y compran cuatro platos blancos en IKEA cada año. Desde luego, va con nuevos tipos de estilo de vida, pero nadie ve el trabajo y la calidad en la cerámica como una inversión para toda la vida.

En realidad, he estado viajando y visitando fábricas en Europa para comprar el equipo y la maquinaria de las fábricas que están en bancarrota, para llevarlos de regreso a México. Creo que hay una gran oportunidad que nosotros podemos aprovechar hoy día. Vivimos en uno de los mercados más grandes - Norteamérica. La fuerza es nuestra enorme tradición artesanal y su producción. Las tradiciones deben evolucionar, necesitamos guardar la aspiración a la calidad y, a la vez, adaptar la producción a los gustos de hoy, a los estilos de vida y el diseño. Necesitamos mantener el conocimiento y las habilidades pero, a la vez, debemos agitar las cosas e involucrar a los diseñadores en la producción de cerámica tradicional, con el propósito de producir bienes relevantes en el mercado contemporáneo.

FC: Hace un año estabas lanzando Merkki, una nueva marca que fabrica objetos de cerámica. Marcas de diseño como tales no existen realmente en México, o es un taller de diseño que vende su producción o son marcas que venden artesanías con muy poca aportación en cuanto al diseño... ¿Podrías contarnos sobre este proyecto innovador?

JNS: Estoy realmente emocionado con Merkki. Es un proyecto en colaboración con Sara Pereyra. En realidad, conocí a Sara cuando trabajaba para nosotros en el Bar Américas como mesera y seguía estudiando diseño en la Universidad de Guadalajara. Estaba contento de seguir su trayectoria naciente como diseñadora y cuando volvió de hacer una maestría en Finlandia, decidimos fundar una empresa que tendría como propuesta un catálogo de piezas diseñados por los artistas y diseñadores que nos rodean en la fábrica.

Antes de Merkki, solo producíamos para los clientes sobre la demanda. Nunca teníamos un catálogo de piezas disponibles. Con nuestra nueva fábrica, creció nuestra capacidad de fabricación, así que vimos la oportunidad de que tal proyecto pudiera suceder. La marca posee la misma esencia que nuestras colaboraciones para proyectos especiales; sin embargo, esta vez cada artista y diseñador trabaja para desarrollar un producto comercial. También tenemos interés en trabajar con jóvenes diseñadores, es necesario en México darle al talento joven oportunidad de comercializar sus ideas. Podremos proponer diseños atractivos a precios razonables. No va a ser una marca de lujo, queremos que los productos de diseñadores jóvenes y de renombre estén al alcance de todos. Creo que vamos a llevar algo interesante al mercado. Pronto lanzaremos nuestra página web, y comenzaremos a vender en México y en los Estados Unidos.