Texto: Kenneth Bostock
Sorprende pensar que, a sus 33 años, Iris van Herpen es ya una figura de renombre, una diseñadora de culto cuya creación se mueve en los márgenes de la vanguardia contemporánea, creando un discurso fundamentado en el movimiento del cuerpo y su traducción tecnológica.
Nacida en Holanda, Van Herpen encuentra su inspiración en lo global y la noción de conexiones múltiples. Su obra ha sido exhibida en instituciones notables como el Victoria & Albert Museum en Londres, Cooper Hewitt en Manhattan y el Palais de Tokyo. Su atelier ha sido galardonado con numerosos honores en el mundo de la moda y reconocido como pionero en la utilización de nuevas tecnologías. Su ethos de innovación la ha llevado a colaborar con instituciones científicas en la vanguardia del conocimiento como el cern y el mit. Sin embargo, no puedo negar que encuentro en sus prendas un gran valor metafórico en relación con los paisajes planos de su país natal, que contrastan con campos multicolores de tulipanes, diques y bancos de arena en territorios artificiales.
La obra de Iris van Herpen se ha insertado como eco en la iconografía pop actual, con un instinto excéntrico y vitalidad singular. Las creaciones de su atelier están llenas de inspiración barroca, entrelazadas con elementos del mundo del arte, del ballet, de la ingeniería avanzada, de la ciencia de la computación y en los modelos de producción posfordistas. Para Iris van Herpen, el mundo de la moda tiene una función catalítica, una manera de entender y establecer una crítica en relación con los métodos de producción como pensamiento. En su obra, el logaritmo va de la mano con la atención artesanal; es, de manera literal, invención sintética.
Hojas de contacto fotográfico con iconos de modelos vestidas con armaduras biomórficas desafían nociones espaciales del cuerpo y las convenciones del mundo de la moda. Es moda estratificada con referencias en reflejo entre ciencia ficción, detrito, objet trouvé y fantasía tecnoerótica. Van Herpen hace de la prenda una construcción objetiva y dinámica donde la tela es reemplazada con materiales innovadores. Es una moda tectónica, hay ecos de una estética constructivista y el linaje barroco que en la última década permea mucho de la producción avant-garde en el campo del diseño y la arquitectura. Es una ponencia crítica y un manifiesto de cambio. La idea de vestirse con un objeto construido y en ocasiones con un objeto impreso conlleva una proposición trascendental, moda de presencia aumentada que le permite a quien porta una prenda de Van Herpen ir más allá de sí mismo y definir en dinamismo el espacio personal que todos pretendemos definir con la elección de nuestra indumentaria. No puedo dejar de pensar en la bóveda de San Carlo alle Quattro Fontane, la joya barroca de Borromini. También en la estética de H.R. Giger al ver su trabajo fantasmagórico y seductor. Buckminster Fuller y sus propuestas arquitectónicas de modelos para colonizar el planeta Marte aparecen al ver su colección Aeriform, donde examina la idea de lo aéreo y lo inmaterial a través de la materia, habla de la luz y las tinieblas, y parece pertenecer a un territorio bifocal entre objeto y sujeto. Aunque la verdadera inspiración de esta colección fue Between Music, grupo de música danés que toca bajo el agua en colaboración con buzos y físicos y expertos en neurociencias. Otras colecciones han sido inspiradas por fenómenos de belleza aleatoria, por ejemplo, Cymatics, donde intenta concretar procesos inmateriales de sonido: burbujas y filamentos crean un espacio inestable que reemplaza la prenda con el espacio de cambio, y a pesar de la complejidad de su construcción, las prendas siempre se refieren al cuerpo. Los títulos de sus colecciones explotan en esta intuición: Between the Lines, Quauaversal, Seijaku, Hacking Infinity, Voltage, Hybrid Holism, Magnetic Motion, por ejemplo. Es moda de ambivalencia, movimiento y tentación.
Con Van Herpen, la moda se reinventa en la multiplicidad, y sin embargo está fundamentada en el detalle de producción meticulosa. En la tradición de Haute Couture, sus prendas en ocasiones refieren a intenciones personales; también se esfuerza en establecer cierta intimidad con sus clientes. El ejemplo más notorio es la cantante Björk, con la que reinterpreta los temas de sus colecciones en múltiples pliegos semánticos. Este dialogo permite la creación de prendas geológicas. Los vestidos para la retrospectiva de Björk en el MoMA específicamente intentan materializar la crudeza y la fuerza de los paisajes de Islandia.
Si esta atención personal la vincula con la tradición de la alta costura —con detalles de producción artesanales—, sus prendas siempre apuntan hacia la tecnología. Para ella lo artesanal y lo tecnológico no son términos exclusivos. Detrás de la seducción, del dinamismo biomórfico, existe un rigor matemático que apunta a procesos geométricos de complejidad multifacética. La tecnología de la impresión en 3D le permite la utilización de algoritmos formales. Pienso ahora en el trabajo del matemático británico Roger Penrose y sus patrones de conexión. De la mano con esta fascinación matemática va una cualidad de función de sorpresa constante.