Texto: Julián Lede
Viaje tras viaje, todos los paisajes se comienzan a igualar. Para un músico, que vive arrastrando la maleta de su casa al hotel, los lugares se transforman en uno solo, y los recuerdos se superponen hasta confundir historias que se desdibujan y no se pueden contar así no más. Julián, que ha recorrido en su carrera muchos mundos, en vez de dejar mendrugos de pan para marcar su camino, recoge pegatinas, evidencias precisas de sus viajes, signos de una naturaleza artificial que brota en los parajes más remotos de las ciudades que visita.
México, Londres, Lima, Bogotá tienen todo y nada en común; comparten su precariedad y a la vez se enorgullecen de un lenguaje secreto en el que las imágenes multiplicadas por el azar y la vulgaridad evidencian espontáneamente su biodiversidad popular.
Para luchar contra la monotonía, por puro deseo de coleccionar o sin ninguna razón en especial, la colección de stickers de Julián Lede se ha ido transformando en un vasto catálogo de puntos cardinales que se dibujan en un atlas particular, cuya lógica depende de la memoria y las experiencias del coleccionista.
Imágenes sin sentido aparente, deterioradas por el abuso de la copia, se convierten en este compendio en retratos de muchas naturalezas muertas de antemano, que sólo pueden cobrar vida dentro del conjunto de la colección. Se pueden numerar, diseccionar, separar y estudiar… y sin embargo generan una inusitada libertad al no ser necesario ningún código a priori que permita disfrutar del encanto de estas piezas que tienen un pie en la ciencia y el otro en la decoración: estética básica cotidiana y vulgar.